Mejor de lo que creíamos

Kern Ducote / / 5 min de lectura / Worn Wear

Después de 48 días en el mismo vehículo, con las mismas cuatro personas, en realidad cinco si se cuenta la segunda sombra, el amado perro de Brandon, Rudy (que es mitad perro y mitad humano), uno está listo para pasar una semana. Anduvimos de un lugar a otro en los últimos dos meses, corriendo de Squaw Valley a Aspen, a Jackson Hole, hacia el interior del Pacífico Noroeste y, finalmente, a Whistler. Teníamos que saldar una visita que hace tiempo teníamos en deuda con nuestros amigos del norte. Cuando dejamos Jackson rumbo a Sun Valley, cayeron 16 pulgadas de nieve. Pudimos haber llorado un poquito mientras veíamos la nieve -un polvo prístino sobre la montaña- acumularse en nuestro espejo retrovisor, pero estábamos en una misión: salvar una o dos cosas del basurero y ayudar a la gente a aprender a arreglar lo que ya tenían.

El técnico de reparaciones Worn Wear, Evan Franz, ordenando opciones de cremalleras. Foto: Kern Ducote

Las expectativas son algo divertido. Justo cuando creés que tenés el lugar dominado y que ya sabes todo sobre él (habiendo estado ahí por 10 minutos completos), el destino te da vuelta la tortilla para sorprenderte. Eso fue lo que sucedió en Sun Valley. De alguna forma nos las arreglamos para no romper la canaleta del alero, que estaba en la parte de atrás de Pete Lane’s Mountain Sports con Uncle Dave, nuestra nueva camioneta para reparaciones y taller de “Hágalo Usted Mismo”, y dispusimos todo lo necesario para el día. Esperábamos una jornada de reparaciones relajada, pero no podríamos haber estado más equivocados. Como si fueran atraídos por una mágica fuerza magnética, visitantes y residentes por igual, nos encontraron en nuestro pequeño callejón, de pie sobre la nieve y el hielo. Aceptamos todas las reparaciones que podíamos manejar a solo minutos de la apertura, pero las cremalleras rotas seguían llegando.

Se necesita más que un accidente en bicicleta para detener a Leah. La empleada de la tienda Patagonia en Whistler, y ciclista empedernida, toma posición para presumir su Houdini reparado. Foto: Kern Ducote

Este es un dilema que enfrentamos bastante seguido. Acá afuera la cosa se vuelve personal. La gente nos cuenta sus historias sobre “aferrarse a su prenda favorita por años”, con la esperanza de algún día poder arreglarla. Muchas veces nos paralizamos en un instante, por ejemplo, cuando alguien como Susan llega con un extraño liner de fleece para sacos de dormir que no sabíamos que existía, y una historia peculiar que le entrega a lo que era solo un objeto, una vida digna de salvar.

Susan muestra con orgullo su pareja de liners para sacos de dormir. Foto: Kern Ducote

Conocimos a Susan en Aspen, donde se instaló cuarenta años atrás, poco después de que los caminos de tierra que cruzan por el medio de la ciudad hubieran sido pavimentados. Ella nos trajo algo que no habíamos visto antes, un liner para sacos de dormir hecho de fleece. La cremallera estaba bastante a mal traer y no teníamos un repuesto suficientemente largo para hacer la reparación. Susan mencionó que su marido, R.J., había comprado un par de liners en los viejos tiempos, cuando era guía en los ríos del Gran Cañón. Compró uno para él y otro para su novia de ese entonces (no Susan). Eventualmente tomaron caminos separados y cada uno se llevó un liner. Más tarde, Susan y R.J. se conocieron y se casaron. A modo de regalo y gesto de buena voluntad, la antigua novia les entregó el liner en la boda. Le ofrecimos a Susan enviar su tesoro a nuestro centro de reparaciones en Reno, donde podrían repararlo. No estaba muy ansiosa por mandarlo lejos de donde pudiera verlo, pero al final aceptó separarse de él por un par de semanas para que pudiera volver a tener una cremallera que funcionara.

Entre una vuelta y otra en el área de ski de Mt. Baker, Brandon y Nick enseñaron a la multitud un par de cosas sobre cómo reparar lo que ya tienen. Foto: Kern Ducote

A veces podemos ayudar, otras veces no hay nada que podamos hacer. Por supuesto, no podemos ayudar a todos o arreglarlo todo, pero damos todo lo que tenemos. Ustedes son nuestra motivación: los que aceptan buscar soluciones con nosotros; aquellos que traen la ropa que está al fondo del armario, ropa que ha visto mejores días, con la esperanza de que aún queden mejores días por delante; y aquellos que nos traen café caliente y galletas, y que comparten sus historias con un par de fotos del viejo álbum de recortes familiares de los viejos tiempos.

Las cosas se ponen salvajes en Canadá. Timber, el lobo ártico, fue nuestro amuleto de buena suerte y trajo la nieve con él. Foto: Kern Ducote

Lo único que podemos asumir en estos tours de Worn Wear, es que nuestras expectativas van a ser continuamente aniquiladas. Casi nunca resulta como creemos que será, pero algunas veces resulta mejor, mejor de lo que creíamos.

Perfil de autor

Kern Ducote

Kern Ducote is a photographer based in Santa Barbara. He grew up on the watersheds of the Chesapeake Bay in Maryland, on a steady diet of blue crabs and community (the two have more in common than you’d think). After a few steady years of travel and learning about the necessities of life via long walks on long trails, Kern has settled into a steady gig on Patagonia’s Worn Wear tours.