Imágenes de la Temporada de Escalada en el Chaltén
Colin Haley / / 11 min de lectura / Escalada
En el lado argentino de los Andes patagónicos, el Macizo del Chaltén es una densa cadena de montañas extremadamente empinadas, famosa por el Cerro Torre y el Chaltén en sí mismo (nombre nativo para la cumbre también conocida como Fitz Roy). He estado viniendo a esta cadena montañosa todos los años desde 2003, usualmente con estadías de tres meses. En total, he pasado tres años de mi vida en el Chaltén, donde he conseguido una buena porción de mis mejores logros en la escalada.
“Me gusta esta foto porque creo que ayuda a la gente a apreciar la escala y la complejidad de la escalada patagónica.”
Lo que viene a continuación es un pequeño ensayo fotográfico sobre mi reciente temporada, los pasados diciembre, enero y febrero. La mayor parte de la escalada que hice este año fue con Austin Siadak, un conciudadano de Seattle un par de años menor que yo y que ha estado muy activo en el Macizo del Chaltén en los últimos años. Además de estar súper motivado y ser un escalador fuerte, Austin es fotógrafo profesional. Por eso, las fotos más espectaculares entre las que siguen ¡son suyas!
Durante los meses previos a mi temporada en la Patagonia, estuve solo escalando en roca. Dedicarme a una disciplina fue excelente para ponerme en buenísima forma para la roca —me las arreglé para encadenar mi primer 5.13d— pero llegué a Patagonia con menos condiciones que lo normal para esos largos días de montaña. Mi primer día en las montañas de la Patagonia, Austin y yo hicimos una gran caminata al Valle del Torre para observar las condiciones y dejar algo de equipo. Las montañas estaban cubiertas de nieve y la última parte de nuestra caminata la hicimos hundidos hasta las rodillas, lejos de lo que son condiciones ideales para escalar. Y para colmo, caminando de regreso al pueblo se me desató una tendinitis de la banda iliotibial que hacía doler mi rodilla, una lesión por sobrecarga que me ha estado molestando ya por el último año y medio. Parecía ser resultado claro de hacer un día montaña sin la preparación necesaria. Las aproximaciones en la Patagonia implican ganar grandes cantidades de elevación. De repente, no estaba seguro de que podría escalar en la Patagonia a un nivel que fuera emocionante para mí.
La primera escalada que Austin y yo hicimos esta temporada fue la Aguja Val Biois. Uno de los tantos picos en el Macizo del Chaltén que son casi desconocidos y solo tienen un par de ascensos previos, a pesar de ser montañas espectaculares que serían famosas si estuvieran ubicadas en cualquier parte de los estados contiguos en Norteamérica. Durante un breve lapso de buen tiempo entre tormentas, hicimos la aproximación vadeando a través de la nieve profunda y escalamos la aguja completa con crampones, a pesar de que buena parte del terreno habría sido una gran escalada en roca en condiciones más secas. Para ayudarme con mi delicada banda iliotibial, Austin cargó más peso del que le correspondía en la caminata, un gesto que aprecié enormemente. Para disminuir aún más las probabilidades de inflamación, decidimos dormir una noche más en la montaña tras nuestra ascensión, antes de la extenuante caminata de retirada. Desgraciadamente, esta decisión coincidió con la semana en que mi mamá vino a visitarme a El Chaltén. Para cuando llegamos al pueblo ¡estaba lista para pedir un rescate!
La segunda oportunidad que tuvimos con Austin para escalar nuevamente fue una ventana muy corta de clima calmo y despejado. Sin mucho tiempo para tratar algo más grande, nos montamos en la cara norte de la Aguja Guillaumet, una de las caras más accesibles del sector. Usualmente para la escalada alpina busco experiencias intensas e inexploradas. Me gusta enfrentarme a objetivos suficientemente grandes y duros como para que se sientan desafiantes desde el comienzo. A menudo, en las montañas, escalo en un estilo de máxima eficiencia, principalmente escalando en libre pero también tirando de algún seguro por aquí y por allá si es que parece más rápido. Entonces, cuando nos encontramos en una ruta relativamente pequeña, decidí que era una buena oportunidad para enfocarme en el juego de la escalada libre. Con Austin escalamos una línea que se veía bien para nosotros (que más tarde supimos era una variante de una ruta que se llama Carlo) y que por momentos se volvía un excitante y atlético 5.11. Sin embrago, para cuando llegamos a la intersección con Amy, la ruta normal hacia la cumbre, el viento se había vuelto realmente fuerte y tuvimos que dar la vuelta sin llegar a la cima.
Otra breve ventana de buen clima llegó el 20 de enero. Austin y yo nos dirigimos a una ruta en la cara oeste de la Aguja de l’S llamada Thaw’s not Houlding Wright. La ruta en sí misma es grande como El Capitán, pero como la ventana era corta decidimos intentarla pueblo-a-pueblo, lo que implica una enorme caminata también. De nuevo decidimos jugar el juego de la escalada libre y en algunos tramos más duros, como donde esta foto fue tomada, me arrepentí de la decisión de escalar en solo una cuerda doble (una cuerda que es más ligera, pero que tiene menor margen de seguridad).
Este es Austin escalando los últimos movimientos hacia la cumbre de la Aguja de l’S, con los últimos rayos de sol, tras un rápido y entretenido ascenso de Thaw’s not Houlding Wright. No mucho más tarde que cuando tomamos esta foto ya estaba oscuro, pero no cuando llegamos al pueblo, que sucedió tras una larga y brutal caminata nocturna, complicada por el cruce a medianoche de un río embravecido sobre grandes acantilados. A pesar de llegar al pueblo súper cansados y con los pies bastante adoloridos, estaba contento porque habíamos terminado con un grandísimo día sin que mi banda iliotibial siquiera molestara. Solo después de esta escalada estuve confiado de que no afectaría el resto de mi temporada en Patagonia.
Esta es una foto mía con Rolando Garibotti. Austin tomó está foto antes de otra incursión en las montañas, cuando Rolo nos dio un aventón hasta comienzo del sendero en su camioneta. El ímpetu por esta foto se debía al décimo aniversario del primer ascenso al Traverse del Torre, una escalada que Rolo y yo hicimos juntos a fines de enero de 2008. El Traverse del Torre fue una escalada que literalmente cambió mi vida, y Rolo ha sido mi mentor más útil e influyente en este deporte. Durante los últimos varios años, nuestros objetivos de escalada han tomado caminos divergentes pero seguimos siendo grandes amigos.
Como ya podrías estar captando lentamente, el clima no estuvo muy bueno durante esta temporada estival en la Patagonia. Sin embrago, tener buena o mala suerte con el clima es simplemente una parte de la actividad de escalar montañas, y no tiene sentido desanimarse por eso. Uno siempre puede sacar el máximo provecho de lo que le toca. Mientras estaba en la Patagonia esta temporada, solo hubo dos ventanas de buen tiempo de más de 24 horas. Las dos estuvieron precedidas por clima tormentoso, por lo que las condiciones en las paredes no estaban muy buenas. Cuando por fin se materializó una ventana de dos días al final de enero, con Austin tomamos la arriesgada decisión de saltarnos el primer día de buen tiempo, con la esperanza de que las condiciones mejorarían para un gran día de escalada. Al segundo día, nos dirigimos al Filo Afanassieff en la cara oeste del Chaltén. No hay ninguna sección en la ruta que sea muy severa pero es la ruta más grande en el Chaltén y nunca había sido escalada en un día. Esta foto fue tomada cerca del primer cuarto del ascenso, justo cuando empezamos a encontrar una cantidad significativa de verglás en la roca, una condición más difícil que nos hizo considerablemente más lentos.
Este es Austin escalando a lo largo de la última sección del filo que lleva a la cumbre del Chaltén. A pesar de que las condiciones no estaban demasiado buenas, Austin y yo escalamos la Afanassieff casi tan rápido como pudimos, llegando a la cumbre del Chaltén cerca de diez horas y media después de comenzar la ruta. En el fondo de esta foto está el grupo del Cerro Torre y detrás de él, el Campo de Hielo Sur. Una cosa que siempre me ha sorprendido sobre este macizo es cuán dramática es la gradiente térmica en tan corta distancia. Inmediatamente al este de las agujas hay pampas onduladas (desierto patagónico, esencialmente) y al oeste glaciares descomunales.
En la mayor parte de las cadenas montañosas del mundo, lo típico es escalar por el lado más empinado y técnico de la montaña para luego descender por el lado menos empinado con mucha caminata técnica hacia abajo y tal vez algo de rapel. En el Macizo del Chaltén los picos son empinados por todos lados, por lo que casi no hay descensos fáciles y escalar en estas montañas es una clase magistral de rapel alpino. Después de escalar la Afanassieff, Austin y yo descendimos el Chaltén por la ruta Francesa, que es la ruta por la que comúnmente se baja. A cerca de un tercio del camino hacia abajo, nuestra cuerda se atascó al tirar de ella. Aquí, Austin se embarca en la tarea que a nadie le gusta: recuperar una cuerda de rapel atascada (estaba asegurado y poniendo protección).
El éxito que he tenido como escalador alpino es, sin duda, el resultado de una dedicación singular durante la mayor parte de mi vida. No podría haber alcanzado lo que he alcanzado de no haber hecho grandes sacrificios en otros aspectos de mi vida, incluyendo mi educación, seguridad financiera, pasar tiempo con la familia y mis relaciones de amistad y amorosas. Hace un año, conocí a la mujer más atractiva que he conocido y mi vida se hizo más complicada. Aún quiero perseguir mis objetivos de escalada con total dedicación, pero ahora comparto mis experiencias de vida con alguien que se es demasiado buena como para arriesgar perderla. Como la mayoría de las cosas en la vida, es un acto de balance, y parte de ese acto fue que Alisa viniera conmigo a la Patagonia por la totalidad de la temporada. Un acto generoso considerando que ella no tienen interés en la escalada alpina. Cuando el clima no era suficientemente bueno como para irme a escalar a las montañas, hacíamos algunas caminatas o escalada deportiva juntos. Aquí está ella disfrutando la escalada deportiva local.
Durante otra más de esas ventanas suficientemente buenas para la escalada alpina pero demasiado cortas para una ruta grande, Austin y yo nos dirigimos a la Aguja Pollone. Una espléndida aguja que siempre he admirado, pero aún no había escalado. Dos otros amigos de Seattle habían llegado recién, Andy Wyatt y Nathan Hadley, así que la hicimos en estilo grupal: Andy y yo en una cuerda, Austin y Nathan en otra, pero rapelando juntos. La ruta La Granja tiene excelente escalada y todos nos divertimos un montón.
Una de las últimas escaladas exitosas de mi temporada patagónica fue la Aguja Kakito, otro gran día pueblo-a-pueblo con Austin. Como la Aguja Val Biois, la Aguja Kakito es una de esas torres en el Macizo del Chaltén que recibe muy poca atención debido a sus vecinos más famosos. De hecho ¡hicimos el segundo ascenso! Me gusta esta foto porque creo que ayuda a la gente a apreciar la escala y la complejidad de la escalada patagónica. A pesar de que el granito se ve similar de cerca, la experiencia de escalar en la Patagonia es drásticamente diferente a otros lugares, como la Sierra Nevada. El punto donde comenzamos a caminar temprano en la mañana es mucho más abajo que los lagos que puedes ver en el fondo esta fotografía, y el montículo de hielo de 60 grados para llegar a La Brecha es suficientemente grande para que Austin aparezca como no mucho más que un punto. ¡Y todo eso es solo para llegar al comienzo de la escalada misma!
En lugar de tomar la más sencilla o más directa ruta a la cumbre de la Aguja Kakito, con Austin escalamos la sección del filo que comienza en La Brecha que Tommy Caldwell y Alex Honnold hicieron por primera vez durante su primer ascenso del Fitz Traverse. Fue una escalada mayormente de dificultad moderada pero en roca de calidad superior. No nos estábamos quejando de que no era dura. Durante todo el día fuimos azotados por un viento gélido, por lo que escalamos todo usando dos capas de abrigo cada uno.
Aquí Austin escala el último pedazo de roca hacia la cumbre de Punta Kellogg, en camino a la Aguja Kakito. Esta pequeña cumbre fue bautizada en honor a Chad Kellogg, un escalador amigo y coterráneo de Seattle que murió hace un par de años escalando en El Chaltén. Estuve feliz de visitar una cumbre con el nombre de mi amigo. Aunque es un recuerdo trágico, es bueno ser recordado cada cierto tiempo de los peligros reales de escalar montañas, para mantenernos en alerta y tomar decisiones de la forma más segura que podamos.
Perfil de autor
Colin Haley
Colin was born in Seattle in 1984 and still calls it home today. He grew up hiking, skiing and climbing in the rugged Cascade Mountains where he developed a love of mountain adventure and an indifference to foul weather. His climbing is focused on the mountains of Alaska and Patagonia, where he’s drawn to the steepest alpine faces.
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