El constante tira y afloja de un guía de montaña

Matt Hansen / 16 min de lectura / Snow

Cómo Zahan Billimoria encontró el equilibrio después de una tragedia impensable.

En un día nublado a mediados de febrero de 2016, Zahan Billimoria salió de la oscuridad de la única forma que conocía: esquiando en las remotas montañas septentrionales del Parque Nacional Grand Teton. Ese día, Zahan, un guía de montaña en Exum más conocido como Z, junto al presidente de Exum y también guía Nat Patridge, cruzaron sobre pieles casi cinco kilómetros del congelado lago Jackson, luego ascendieron 1.500 metros verticales hasta la cima de una montaña y treparon otros 300 por una cresta que los llevaría a una segunda cumbre, antes de esquiar y randonear por la parte de atrás de regreso a su automóvil estacionado en Colter Bay. Fueron 22 kilómetros en un día, con dificultad para encontrar la ruta, sin mucho powder, poco sol y nadie más alrededor del vasto y libre paisaje.

Este era exactamente el tipo de aventura alpina por la que Z vivía normalmente, el tipo de día para el que había trabajado tan duro durante tantos años, para tener el físico, las habilidades y la capacidad de evaluación de riesgos para lograrlo, y por el que él y su esposa habían sacrificado la promesa y la perspectiva de trabajos en la costa este para vivir en pequeños pueblos de montaña sin garantía de vivienda, atención médica o ingresos adecuados para mantener una familia.

Pero esta aventura fue una que dejó a Zahan, uno de los esquiadores y escaladores más entendidos y fuertes de los Tetons, abatido. Durante los últimos cinco años había perdido algunos de sus más queridos amigos y compañeros de esquí. En 2010, su mejor amigo, Wray Landon, murió en una avalancha mientras esquiaba en South Teton. Dos años después, Steve Romeo y Chris Onufer murieron en una avalancha mientras esquiaban un pico remoto en el lado oeste del lago Jackson. En abril de 2015, A. J. Linnell murió en un accidente aéreo cerca de Challis, Idaho. Luego, en mayo, Zahan había estado involucrado en un accidente de esquí de montaña en la cara norte del monte Moran, también en el lado oeste del lago Jackson, donde tres de sus amigos, todos padres, habían sido alcanzados por un deslizamiento de nieve mientras subían por un helado y escarpado corredor llamado The Sickle. Dos de ellos murieron, dejando atrás esposas e hijos y abriendo una herida para la comunidad de Jackson. Este viaje con Patridge fue la primera vez desde ese accidente en que Zahan volvía a estar en terreno alpino de altura.

La vida de Zahan avanza por una delgada línea entre suficiente y mucho riesgo, con el equilibrio en constante cambio. No existen las respuestas simples. Solo el amor por la montaña y por traer gente a ella. Cordillera Teton, Wyoming. Foto: Fredrik Marmsater

En la subida, con Patridge randonearon hasta pasado el último lugar de descanso de Romeo y Onufer. Desde lo alto de las montañas, pudieron ver The Sickle, donde sus amigos Luke Lynch y Stephen Adamson habían muerto a pesar de los mejores esfuerzos de Z para salvarlos. Patridge, cuyo amigo Hans Saari había muerto mientras estaban en un viaje de esquí en Chamonix en 2002, había luchado durante años contra sus propios demonios como consecuencia de la pérdida.

“Hacia el final del día con Nat, estábamos subiendo esta pequeña garganta para alcanzar el Eagle’s Rest Ridge”, dice Zahan, con 42 años, en una reciente entrevista desde su casa en Jackson. “Yo iba punteando, pateando con fuerza esta garganta, preso del terror y el miedo. No podía imaginar una narrativa sobre el futuro que no involucrara el desmoronamiento de la montaña y con eso nuestra muerte. Cuando llegamos a la cima de la cresta, mis rodillas se doblaron y el mundo se vino abajo por completo”.

Aunque dolorosa, la experiencia ayudó a Z a ganar la fuerza para seguir adelante. Le ayudó a recalibrar sus relaciones con la profesión de guía, su esposa, sus dos hijos y la siempre importante evaluación del riesgo.

Pero la pregunta que quedó sin respuesta es cómo alguien que había construido su vida y sus lazos en torno al amor por la montaña y que había visto morir a tantos amigos en ese entorno, podría continuar por un camino tan frágil.

En algún lugar de los Tetons. El sueño de Zahan de ser guía de montaña comenzó a los 18 años, cuando sus padres lo conectaron con el legendario guía francés Christophe Profit. A partir de ese momento todas las brújulas apuntaron hacia Jackson, hasta el día en que junto a su esposa, Kim, empacaron todas sus pertenencias y se mudaron a los Tetons. Foto: Fredrik Marmsater

En los años previos y posteriores a 2010, Zahan estaba dándolo todo, como él dice, de cinco a siete días por semana. Es decir, siguiendo sin descanso su pasión por estar en las montañas (randoneando, escalando, corriendo), lo que naturalmente lo ayudó a hacerse un nombre como guía en una comunidad famosa por su larga historia definiendo el estándar para los guías de montaña en los Estados Unidos: Paul Petzoldt, Kim Schmitz, Bill Briggs, Alex Lowe, Doug Coombs, entre muchos otros.

En ese momento, Zahan y su esposa Kim vivían en Driggs, Idaho, la pequeña ciudad rural en el lado oeste de los Tetons. Se habían conocido cuando eran estudiantes de primer año en Gordon College, una pequeña escuela de humanidades cerca de Boston. Como ambos habían crecido fuera de los Estados Unidos, Zahan en Suiza con padres indios y Kim en Tanzania, hija de padres misioneros, tenían mucho en común. “Nos conocimos el primer día de nuestra clase de estudios internacionales a las 8 a.m.”, dice Kim. “Para romper el hielo, tenías que darte la vuelta y conocer a la persona detrás de ti. Y cuando me di la vuelta, la persona detrás de mí era Zahan”.

El era muy formal. “Solíamos molestarlo por vestir suéteres sin manga y usar el pelo engominado para ir a clases”, continúa. Ambos comenzaron a involucrarse en actividades al aire libre, escalada en roca y esquí los fines de semana.

A los 23 años, Zahan dirigió el programa outdoor para una escuela preparatoria de élite al norte de Boston. Pero en Boston no estaba cerca de las grandes montañas con las que había soñado durante su infancia. Justo después de la secundaria, la mayoría de los amigos de Zahan se fueron de fiesta a Grecia auspiciados por sus padres, pero los suyos sabían que eso era una pérdida de dinero, así que se ofrecieron a enviarlo a las montañas. Esta decisión lo llevó a un viaje de escalada con el legendario guía de montaña francés Christophe Profit, una oportunidad que solidificó el sueño de Zahan de ganarse la vida como guía de montaña. En Boston eso no iba a suceder y Zahan comprendió que la vida era demasiado corta. Sabía exactamente lo que tenía que hacer: mudarse a los Teton y convertirse en guía de Exum.

En 2003, Zahan y Kim empacaron sus pertenencias y se mudaron a Driggs. El plan a corto plazo era trabajar en el Grand Targhee Resort, conseguir pases de temporada y esquiar tanto como fuera posible. Pero para entonces, la imagen pulcra de Zahan había desaparecido y, en cambio, tenía largos dreadlocks. Ese fue el motivo por el que Targhee se negó a contratarlo, dijeron que los rastas no cumplían con sus estándares de presentación personal.

Para costearse la vida, Zahan se embarcó en tres trabajos. Comenzó la Escuela de Lenguaje Z para enseñarle español a adultos, en su mayoría viajeros o trabajadores de la construcción que buscaban comunicarse mejor con las comunidades latinas. Con su don para los idiomas también trabajó en el programa de español para The Learning Academy, una escuela con niños de kindergarten a quinto grado, y en Teton Literacy en Jackson, enseñando inglés a inmigrantes indocumentados y otros hispanoparlantes. Kim dice que Zahan siempre ha mostrado un gran afecto por los niños y, como persona de color en una comunidad predominantemente blanca, sentía una profunda solidaridad con sus estudiantes latinos. Su lado cálido y afectuoso siempre lo ha convertido en un maestro natural, ya sea que la asignatura sean estudios de idiomas con niños, cursos de avalancha con aficionados al esquí o guiando a adultos en el Grand Teton. Y de alguna manera ese mismo espíritu comunitario lo ha mantenido en las montañas, porque aunque se trata de las cumbres y las aventuras, para él siempre se ha tratado de las personas también.

En 2005 nació su hijo Alyosha y Zahan comenzó a competir en carreras de randonée, para terminar sumándose al Equipo de Esquí de Montaña Estadounidense tres años más tarde. Para mejorar sus tiempos de transición entre randonée y esquí, le pedía a Kim que cronometrara sus tiempos de un lado a otro del patio de su casa, de noche.

“¡Eso fue dos segundos más rápido!” Kim gritaría en medio de la fría noche con una linterna frontal en la cabeza. “¡Bien hecho!”

Mientras tanto, también comenzó a guiar para Yöstmark Backcountry Tours, una tienda con servicio de guiado de Driggs. Pero con una familia en crecimiento, sabía que tenía que conseguir un trabajo con mayor estabilidad. Siguió “golpeando la puerta de Exum” sin recibir respuesta y solicitó un trabajo de comunicaciones en Jackson Hole Mountain Resort.

En 2009, la misma semana que el resort le ofreció el trabajo, Exum le envió la codiciada invitación para ser guía. Le preguntó a su jefa en el área de esquí si podía hacer ambas cosas. Ella dijo que no. De todos modos lo hizo y comenzó a trabajar los siete días de la semana, conduciendo por el Teton Pass todos los días para llegar al trabajo, un viaje de 112 km ida y vuelta. En su camino de ida, en el paso, se encontraba con Landon a las 5:30 a.m., se ponían sus linternas frontales para ascender y esquiar la mayor altura que posible antes de que comenzara la jornada laboral. Independientemente de, pero siempre teniendo en cuenta, el clima y las condiciones.

Las ventajas de la paternidad. Los hijos de Zahan, Alyosha y Gemma, se unen a él en las montañas para esquiar, escalar y correr senderos. Siempre lo han hecho; probablemente siempre lo harán. Foto: Colección Zahan Billimoria

El año anterior con Kim le habían dado la bienvenida al mundo a su hija, Gemma. Papá a tiempo completo. Trabajos a tiempo completo. Moviéndose de un lado a otro a tiempo completo. Esquiando a tiempo completo. Era una rutina agotadora, pero Zahan estaba motivado. Estaba construyendo su vida, desarrollando relaciones en la industria del esquí mientras establecía su estilo de guía y su clientela, y cuidando bien de su familia.

Luego, el domingo 21 de febrero de 2010, Landon murió cuando una avalancha lo arrastró por un acantilado de 240 metros en el South Teton. Landon y Zahan se habían hecho amigos corriendo y él había sido una gran influencia en la perspectiva de Zahan sobre el estado físico en las montañas. Landon, un hombre tranquilo y modesto que había trabajado en esfuerzos de conservación en Idaho, literalmente subía corriendo por el Grand Teton después del trabajo en las noches de verano, solo para sentir las rocas calentadas por el sol en la cumbre. Para Z, este hábito demostraba la resistencia sobrehumana de Landon, pero también mostraba su atención a las cosas pequeñas y delicadas que lo convertían en un compañero tan especial.

Cuando Landon murió yo era editor de la revista Powder y me estaba preparando para la semana anual de la revista para testeo de esquíes en Jackson Hole. Durante los meses anteriores había trabajado con Zahan para configurar la logística para las aproximadamente 100 personas que planeaban asistir. Sin duda noté que Z, el encargado de relaciones públicas del resort, usaba unas botas Dynafit de randonée bien ligeras para esquiar en Teton Village y que, a pesar de le quipo, seguía siendo un mejor esquiador que yo. Cuando no apareció ese domingo, me molesté. Luego escuché las noticias sobre la avalancha y cuando Z entró en la carpa de demostraciones el lunes, pude ver la angustia cubriendo su rostro.

A veces, todos necesitamos un respiro. Zahan toma uno en el ascenso de los 6438 metros del Illimani. Cordillera Real, Bolivia. Foto: Fredrick Marmsater

Al recordar el accidente ahora, Zahan dice que la muerte de Landon fue la primera vez que experimentó las terribles consecuencias del riesgo, a pesar de que no había estado esquiando con Landon ese día. Hasta entonces, todas sus experiencias en la montaña habían estado en el lado positivo del riesgo. Se había dado la vuelta muchas veces, pero nunca había sentido ese golpe demoledor que te muestra lo malo que podía llegar a ser si cometías un error.

“Esa fue la primera vez, al igual que cuando Luke y Stephen murieron, en que realmente me pregunté: ¿Sigue esto teniendo sentido? ¿Todavía quieres que tu vida se trate de esto?”, dice.

Profundamente conmocionado, Zahan se tomó el tiempo para reflexionar sobre el accidente y lo que éste significaba para sus objetivos personales y profesionales. Decidió que convertirse en un esquiador totalmente capaz de tomar decisiones desafiantes y a menudo de sutiles matices en las montañas, significaría que eventualmente tendría que dejar su trabajo en el resort y mudarse a Jackson para evitar los traslados, vivir más cerca de las grandes montañas en las que quería esquiar y, por fin, centrarse únicamente en guiar. Convertirse en un estudiante de las montañas consumado.

Dos años después, Romeo y Onufer fallecieron. Emocionalmente devastado, Zahan continuó su camino, con cierta resistencia pero aún inquieto. En 2012, Teton Gravity Research (TGR) lo contrató para dictar su curso anual sobre avalanchas con foco en atletas y producción audiovisual. Luego, TGR lo eligió para que fuera el guía principal de numerosas películas, incluida la serie de Jeremy Jones Deeper, Further, Higher, durante la cual guio a Jones por la ruta Otter Body en el Grand Teton, uno de los descensos más difíciles y peligrosos del macizo debido a su extraordinaria exposición.

Ese invierno su teléfono sonó sin parar, la gente quería contratarlo para que los guiara en la icónica cumbre. “Podría haber reservado descensos guiados uno tras otro en el Grand durante todo el año”, dice. “Y me encantó. Pensaba que finalmente lo había logrado. Podría esquiar todos los días durante todo el invierno y me pagarían por ello”.

¿Qué es un día de esquí sin armar anclajes, repelear y esquiar asegurado? Ben Hoiness y Zahan Billimoria preparando todo para un poco de diversión propia de los Tetons. Grand Teton National Park, Wyoming. Foto: Fredrik Marmsater

“Ahora es como… déjame pensarlo un rato.”

Así como la música, el tamaño de las botas y el sabor de las anchoas, la tolerancia al riesgo es algo muy personal; no puedes decirle a alguien que ame el reggae (del que Zahan es un apasionado); no puedes hacer que alguien se calce cualquier bota vieja; y no puedes poner anchoas en la ensalada de cualquiera. Pero esas cosas no te van a matar, las montañas sí, y aún sabiendo eso, la única persona que puede decidir cuánto riesgo es demasiado es la que da el paso. La gente puede discutir sobre decisiones y, ciertamente, hay factores externos (familia, hijos, obligaciones personales) que deben sopesarse durante cualquier actividad que se considere potencialmente peligrosa.

Encontrar el equilibrio puede reducirse a la pregunta de cuánto está dispuesta a ganar una persona frente a cuánto tiene que perder. Pero el riesgo es complicado; le da emoción a la vida, pero puede acabar con ella en un abrir y cerrar de ojos. Las respuestas no son sencillas. Pero hay mucha gente que decidió que ya no valía la pena. Solo en Jackson, hay dos comisionados del condado que se han movido más allá de una vida de riesgos en las altas cumbres para perseguir el mundo agitado y volátil de la política en esta ciudad turística: Mark Newcomb, un pionero de muchos grandes descensos en los Tetons en los 90; y Greg Epstein, un ex productor de TGR que estuvo cerca de la muerte por una avalancha en el sector para esquí fuera de pista con andarivel de Jackson Hole.

¿No es grandiosa la vida? Zahan Billimoria en “el parque”. Grand Teton National Park, Wyoming. Foto: Fredrik Marmsater

Zahan tiene tan claro como cualquiera que esquiar en los Tetons es objetivamente peligroso. En las altas montañas no hay runouts, solo cientos de metros verticales de exposición. Si lees mal las condiciones o cometes un pequeño error, las consecuencias pueden ser desastrosas, como Zahan lo experimentó en el accidente de Moran. “No se necesita mucho para provocar un accidente en las grandes montañas. Pero incluso si tomas todas las precauciones, a veces simplemente tienes mala suerte”.

El problema de esquiar en terreno de avalanchas, dice, es que la única respuesta que recibes es del tipo que puede matarte. “En todos los accidentes, siempre hay alguien que malinterpretó la situación, incluido el mío en ese momento”, dice. “Pero cuánto malinterpretes las condiciones no es necesariamente proporcional con el resultado. Podrías malinterpretarlo solo un poquito y tener un resultado mortal. O podrías haber cometido un error garrafal y haber salido ileso, estar tomando cervezas en el bar más tarde y no ser más sabio”.

Durante el verano suelo verlo en los senderos de bicicleta locales con Alyosha y Gemma. En Invierno, los lleva a esquiar para inculcarles su amor por la naturaleza salvaje. A Alyosha le gusta hacer saltos en la zona de esquí. A Gemma le gusta bailar y montar a caballo. Cuando le pregunté si hablaba con sus hijos sobre el riesgo en la montaña, negó con la cabeza.

“Ellos ya saben demasiado”, dijo. “Ya han asistido a demasiados velorios y funerales”.

¡Déjalos que esquíen! El hijo de Zahan, Alyosha, levanta polvo en el patio trasero de Snow King Mountain. Jackson, Wyoming. Foto: Fredrick Marmsater

Aunque dice que ahora disfruta de la interacción humana en las montañas tanto como del terreno salvaje, todavía persigue una aventura más radical ocasionalmente. Está en un estado constante de tira y afloja: ¿Cómo puede perseguir aventuras en grandes montañas mientras se asegura de no sobre exigirse demasiado? En la primavera de 2019, en un día gloriosamente azul en Jackson, me encontré con Zahan randoneando en Snow King Mountain, la empinada colina de la ciudad. Me dijo que estaba planeando un viaje y sacó su teléfono para mostrarme una foto de la enorme y estriada cara de una montaña de 6400 metros en Bolivia.

Unos meses más tarde, junto a un pequeño equipo intentó escalar y esquiar esa cara como parte de una misión para esquiar cinco cumbres en dos semanas. A menos de 30 metros de la cima, se dieron la vuelta para evitar la tormenta eléctrica. Aún así esquiaron las otras cuatro.

Le pregunté por qué, teniendo en cuenta todo lo que ha pasado, elegiría ir a Bolivia a esquiar montañas peligrosas en medio de la nada. Me miró y me dio la explicación más simple, pero más elocuente de todas.

“Porque es lo que amo hacer”, dijo.

Sobrellevando problemas de altitud y de estómago, pero aún esquiando, Zahan Billimoria en la ruta normal del Illimani (6438 m). Cordillera Real, Bolivia. Foto: Fredrick Marmsater

Un par de veces a la semana durante el invierno, Zahan se encuentra con dos amigos a las 5:30 a.m. en la base de Snow King. Salen con linterna frontal y directo a las fijaciones, para randonear los casi 480 metros verticales de la montaña lo más rápido que pueden. Es tan duro y van tan rápido que no pueden respirar y se les salen los ojos de la cabeza. Terminan después de casi una hora y regresan a casa a tiempo para preparar el desayuno para sus familias, como un golden retriever que persiguió la pelota de tenis mil veces y ahora puede relajarse.

Sin embargo, sigue siendo un alpinista de grandes montañas, cuyo profundo deseo de explorar filos ventosos y terrenos complejos no puede ser saciado solo con una pequeña colina nevada. Durante el invierno acortado por el coronavirus de 2019-20, Zahan esquió en British Columbia, Wasatch, Italia y Austria. En BC, dos episodios de alto riesgo, con una semana de diferencia, lo llevaron de regreso a la aplastante realidad de lo que puede suceder cuando se malinterpretan las condiciones.

“No hay respuestas simples para sobrevivir a una vida en las grandes montañas”, dice. “Si no persistes, podrías terminar esquiando en nieve polvo con poco desnivel todo el tiempo. Y eso podría estar bien si es como vienes programado. Pero al estar programado como yo, siempre he querido algo más grande, algo más complicado, algo más aterrador. Entonces tendrás que equilibrar la persistencia de ir más allá con el aceptar la realidad tal como es. No forzarla”.

De vuelta a donde empezó todo: los Alpes. Zahan creció en Suiza y fue influenciado por el amor de su padre a las montañas. Esquiando en Galcier Rond, Chamonix, Francia. Foto: Fredrik Marmsater

En las montañas costeras de BC, admite haberlo forzado. Una semana de mal tiempo había cerrado sus posibilidades de esquiar. Cuando volvió a abrirse, dice, dejó que su mente y sus emociones escribieran el guion en lugar de las montañas. Y ese error de cálculo terminó en un escape bien ajustado.

“He pasado los últimos 15 años de mi vida con la cabeza puesta en el entorno de la montaña”, dijo. “Estos accidentes me hacen pensar que debo pasar los próximos 15 con mis pensamientos enfocados en el entorno humano”.

En los días, semanas y meses transcurridos desde British Columbia, continúa enfrentándose a los desafíos emocionales y físicos que conllevan el ser un esquiador con familia, que busca respuestas, yendo a las montañas. Ahora, en lugar de apresurarse a la próxima gran aventura, deja que la sensación decante durante unos días mientras va a los partidos de fútbol de Alyosha o lleva a Gemma a montar a caballo.

Kim, quien ha estado con él durante todo esto, continúa apoyándolo.

“Hemos llegado a un punto donde él es tan apasionado y esto alimenta su alma de una manera tan profunda que nunca le pediría que no corriera ese riesgo”, dice. “Creo que ha perfeccionado sus habilidades y se está esforzando por estar lo más seguro posible, sabiendo que es un ser humano falible en un entorno indómito. Pero también trae mucha alegría a otras personas con las que está. Es una combinación poderosa, así que la apoyo “.

Zahan también ha lanzado Samsara Experience, una plataforma de entrenamiento comunitaria para atletas de alto rendimiento. Su método tiene sus raíces en la ciencia del movimiento y el estudio del sistema de la fascia, y ha desarrollado un sistema destinado a transformar la fuerza y la resistencia de los atletas de montaña. Todo tiene lugar en su garaje, inmaculadamente organizado, que ha convertido en su propio “dojo”. Un muro de escalada personalizado cuenta con 130 presas. Las cuerdas y otros equipos cuelgan perfectamente de los ganchos. Samsara, una palabra india que se refiere al ciclo de la muerte y el renacimiento, es lo que él llama un “pasamanos” hacia el futuro, algo a lo que se puede aferrar y que le quita un poco de presión a las aventuras de alta montaña.

¿Quién no tomaría una lección sobre fuerza con este tipo? Samsara Experience, la plataforma de entrenamiento de Zahan, está diseñada para atletas de alto rendimiento y se centra en un “coeficiente intelectual atlético”, que es “lo que hace que los movimientos intensos parezcan fáciles, el sello distintivo del atletismo”. Foto: Colección Zahan Billimoria

El invierno pasado, entre sesiones en la pared, me dijo que todavía estaba buscando el equilibrio adecuado.

“Voy a buscar lugares salvajes y grandes terrenos expuestos, sabiendo que mi equipo, mis habilidades, estado físico, habilidad para esquiar, todas esas cosas, se están utilizando para llevar a cabo una misión. Todavía estoy buscando eso”.

“Mañana vamos a esquiar el Grand. Creo que es un poco prematuro, pero si podemos ir a las montañas con esa mentalidad y dar un vistazo, es fácil dar la vuelta. Pero a veces tienes suerte y, si estás en el lugar correcto, puedes intentarlo”.

Perfil de autor

Matt Hansen

Editor por largo tiempo en Powder, Matt Hansen escribe y edita desde su hogar en Jackson, Wyoming. Además es el director de comunicaciones de Teton County Search & Rescue Foundation.