Cómo Yvon le enseñó a mis hijos sobre pesca con mosca

Dylan Tomine / 4 min de lectura / Pesca con Mosca

Enseñarle a tus hijos a pescar es una decisión inteligente. Que Yvon Chouinard le enseñe a tus hijos a pescar es genial.

A medida que los niños crecen, se me hace más y más claro cuán precioso y breve es nuestro tiempo juntos. También es más importante para mí, que pasen tiempo con personas clave en mi vida, amigos y mentores que me han inspirado y ayudado en el camino, con la esperanza de que un poco de sabiduría y su espíritu generoso contagie a los niños. Con eso en mente, además del creciente interés de Skyla y Weston en la pesca con mosca, nos dirigimos hacia el este, desde Puget Sound hasta las Montañas Rocosas, para reunirnos con mis buenos amigos Yvon y Craig. El viaje comenzó con un paseo en ferry temprano por la mañana.

A pesar de innumerables retrasos por el tráfico, un episodio de mareo provocado por la lectura de Harry Potter mientras atravesábamos las Cascadas, y de haber escuchado a los Lumineers al punto de aprenderme cada palabra del álbum, llegamos a Missoula la primera noche. A la mañana siguiente, volvimos a la ruta. Hicimos una parada rápida en Ennis para comer hamburguesas de búfalo (como dice el dicho, “donde fueres…”) y cargar provisiones para luego continuar hacia el sur.

Cómo Yvon le enseñó a mis hijos sobre pesca con mosca

Finalmente, cansados por el viaje, soñolientos pero entusiasmados, llegamos a nuestro destino y nos instalamos en nuestra acogedora cabaña a orillas del río Madison. Como dice Weston, “Esto es vida”. Foto: Dylan Tomine

No es fácil dejar nuestros locales en medio de la temporada de chinook para ir a hacer catch and release de truchas, pero queríamos que los niños experimentaran una versión más grande y activa de la travesía y el lanzamiento que ya habían comenzado a disfrutar por acá. ¿Mencioné que no se casi nada sobre la pesca de truchas? Afortunadamente, mi amigo Yvon “el Rey de las moscas húmedas Soft-Hackle”, venía con nosotros como guía.

Craig recomendó explorar un pequeño arroyo cerca de nuestra cabaña para “mojarnos los pies”, antes de abordar los desafíos más grandes de la siguiente travesía (y pesca) del Madison. Gran sugerencia. Yvon, los niños y yo nos fuimos río arriba para sumergir los pies entre las truchas en las aguas de Montana y disfrutar del paisaje seco y de gran altitud. Weston vio un oso pardo en el camino y Skyla vio un alce. Ya había sido un día exitoso incluso antes de que empezáramos a pescar.

Cómo Yvon le enseñó a mis hijos sobre pesca con mosca

La caja de moscas de Yvon. Elige cualquier color, siempre que sea café. Foto: Dylan Tomine

Cómo Yvon le enseñó a mis hijos sobre pesca con mosca

Yvon le enseña a Skyla lo más fino del lanzamiento de Soft-Hackle con tenkara, ejemplificada aquí con caña y carrete regular debido a los espacios reducidos y poca agua. Foto: Dylan Tomine

Cómo Yvon le enseñó a mis hijos sobre pesca con mosca

A Skyla y Weston les tomó un tiempo para adaptarse a las condiciones de vadeo y las corrientes rápidas (ambos se zambulleron accidentalmente en un momento u otro), pero la mano firme de Yvon siempre vino al rescate. Foto: Dylan Tomine

Un día pescamos en un río mediano que fluye a través de campos de papa y trigo. Una vez que Yvon tenía a Skyla trabajando sola con la tenkara (caña sin carrete), ayudó a Weston a ponerse en posición para probar las mismas técnicas con una caña de pescar regular. Mosca húmeda Soft-Hackle, lance río abajo, pequeñas sacudidas en el camino y … ¡a pescar! Creo que cada niño debe haber sacado al menos 20 peces en una hora, entre carcajadas, festejos chocando las palmas y grandes sonrisas. Después de una cena fantástica en la casa de Craig y Jackie y caminamos por el famoso 50-mile riffle hasta que oscureció. Este es un ritmo al que realmente me podría acostumbrar.

Cada día fue una nueva aventura. Un día condujimos a Idaho y pescamos en un hermoso río cerca de Ashton. Otro día, Yvon, los niños y yo fuimos a pescar el Gallatin en lo alto del parque, donde se convierte en una larga pradera, luego lo seguimos hacia el norte, donde se convirtió en un río de piedras medianas. Y otro día, tomamos un descanso de la pesca y fuimos al parque para ver el circo alrededor de Old Faithful (llegamos 10 minutos tarde, lleno de gente y aún así espectacular) y buscar vida silvestre (bisontes, uapitís, borregos cimarrones y un alce). Por supuesto, tuvimos que parar para hacer algunos lances en Gibbon y Firehole en el camino de regreso.

Pero donde quisiera que fuéramos terminamos cada día de regreso en “casa”, en el Madison. A menudo pescábamos hasta que la noche se oscurecía casi por completo, con murciélagos que se precipitaban en el aire y una sensación espeluznante, una mezcla de cosquillas por la emoción y el temor, que viene de estar en un río en la oscuridad.

Cómo Yvon le enseñó a mis hijos sobre pesca con mosca

Un día caminamos por el parque, buscando cauces de altura entre cascadas y arroyos que serpentean a lo largo de prados brillantes. Foto: Dylan Tomine

Cómo Yvon le enseñó a mis hijos sobre pesca con mosca

Skyla observa y espera que el velo de la noche caiga de nuevo en el Madison. Me encantó sentarme con ella bajo la cálida luz del atardecer, con los pies colgando en el agua, escuchando la emoción en su voz cuando veía un algo asomarse. Foto: Dylan Tomine

Cómo Yvon le enseñó a mis hijos sobre pesca con mosca

Weston y Craig con una gorda trucha arcoíris del río Madison, que siguió el movimiento de una gran mosca seca. Creo que la expresión de Weston lo dice todo. Foto: Dylan Tomine

Un enorme agradecimiento a Craig, Jackie e Yvon por su amabilidad, paciencia, generosidad, sabiduría y simplemente por hacer tan divertido pasar tiempo con ellos. Hicimos el largo viaje de regreso a casa llenos de gratitud y recuerdos que sé que durarán para siempre.

Esta historia apareció por primera vez en el blog de Dylan. Dale un vistazo para obtener más historias sobre pesca con mosca, familia y la recolección de alimentos.

Perfil de autor

Dylan Tomine

Dylan Tomine is a Patagonia fly fishing ambassador and the author of Closer to the Ground. He lives on the coast of Washington with his wife and two kids.