Experiencias de Invierno

Nicolás Llerena / Worn Wear

Hace unos años decidí dedicar más tiempo de mi vida a la montaña, porque es lo que me gusta y lo que me hace bien. Empecé saliendo de mi zona de confort y en septiembre del 2017 me animé a ascender y esquiar los volcanes chilenos Casablanca, Puyehue y Villarrica. Fue difícil, significó un salto grande, pero fue espectacular. Fui guiado por Tomi Ceppi, un genio. Pero no me quedé ahí. A los pocos meses junté el coraje y aprendí a escalar, a apretar la roca con alma y vida para poder subir unos metros. Mis límites en la montaña se modificaron para siempre. Al año siguiente pude esquiar otros volcanes, en este caso el Lonquimay, Llaima y Nevados de Chillán. Y fuera de la temporada de nieve seguí escalando por la provincia de Buenos Aires. En todas esas experiencias siempre me acompañó mi Patagonia Nano Air. Pero, finalmente en el 2019 me animé a esquiar las montañas de mi vida en Bariloche, y fue en el Cerro Bellavista donde esta campera me sorprendió. Durante el ascenso nos agarró una tormenta que en la cumbre, significaba cero visibilidad y una gran cantidad de nieve. Pero abajo en el bosque, esa nieve se transformó en lluvia. No importa que tan impermeable sea tu equipo, en algún momento se moja. Sobre todo si estás atravesando un bosque lleno de ramas mojadas. De más está decir que terminé empapado, pero gracias a esta campera no tuve frío. Tiene la cualidad de mantener la temperatura aún estando mojada. Me mantuvo calentito en la peor tormenta que experimenté en una montaña. Hoy es costumbre que cuando empiezo a subir, la campera esté en la mochila. Además, es liviana y ocupa muy poco espacio, me la pongo encima cuando se levanta un poco de viento o empieza el frío, es simplemente el abrigo ideal. Es la campera con la que aseguro a otros escaladores cuando hace frío, como en la foto, en la que estoy asegurando a mis amigos en El Chaltén. Y tiene un secreto más, si la metes adentro de uno de sus bolsillos, es una muy buena almohada en esas noches de refugio.