La rojita del museo

Nacho Elorza / Worn Wear

Queridos amigos de Patagonia, no tengan duda, fabrican las mejores, más cómodas, funcionales y técnicas pilchas para la gente que hace actividades al aire libre. Y les voy a contar por qué opino así. Tengo 44 años, empecé a hacer deporte a los 3 años (bicicleta), a surfear a los 9 y a escalar en roca (con cuerda) a los 18. Toda mi vida estuve expuesto y viví al aire libre, en contacto con la naturaleza. Estudié geología para aprender más sobre nuestra tierra y saber dónde estamos parados. Vengo usando prendas Patagonia en condiciones climáticas normales, y muchas veces extremas, por más de 13 años. Puedo decir que mis favoritas son el R1 y los interiores, el chaleco de pluma amarillo y una campera naranja, pero la que se lleva todos los premios es mi campera sintética roja (vieja escuela). No se cuántos años tiene, porque me la regaló mi amigo Wesley (USA) luego de usarla por dos veranos consecutivos y durante más de 10 expediciones guiando en Aconcagua. Cayó en mis manos en el año 2009 y comencé a usarla para escalar en Arenales en invierno, ya que vivo con mi familia a media hora del lugar y nos consideramos “activistas locales” de este paraíso de rocas graníticas. Luego de varias temporadas de escalada en Arenales, Patagonia, Puna Argentina, rock trips por México y USA, más uso diario, comencé a usarla en casa para trabajar construyendo, como también en la finca de nueves “agro-ecológicas” que heredamos y trabajamos con mi esposa e hija en Valle de Uco, Mendoza. Forma parte esencial de mi vestimenta de invierno en mi método de entrenamiento denominado “Cross- Finc”, que consiste en trabajos que van desde cortar y hachar troncos para las estufas de casa, hasta podar árboles, correr un par de kilómetros por la finca, y su posterior sesión de boulder en nuestro muro indoor. También es mi preferida para ir a abrir rutas o hacer boulder en invierno en áreas cerca de casa. Pese a los años que tiene y el uso-abuso que ha recibido sigue manteniendo bien el calor y su relleno sintético interior sigue intacto. El año pasado decidí darle un aspecto más renovado ya que los parches y arreglos del lado rojo no podían más y, con una máquina de coser (LADA, de 1947, peso aprox. 20 kg y hecha en Czechoslovakia) que me regaló mi abuela, le di vuelta los cierres y le corté las etiquetas, para hacerla reversible y usarla del lado interior violeta que estaba sano. Quedó como nueva y ya puedo usarla en eventos sociales. Con esa máquina de coser vengo confeccionando varios equipos de escalada y también reparando prendas, cierres de todo tipo de camperas de mi familia y más. El objetivo es que las pilchas se usen hasta ser destruidas y que cada vez que las use, tengan un historial sentimental de anécdotas y un poder, que me hagan sentir orgulloso de seguir usándola para una nueva misión. Tengo una pequeña colección de “ropa para el museo” para cuando sea viejo. La sintética Patagonia rojita sigue en las pistas pero ya tiene su lugar asegurado en el museo. Ahora mi hija Kaia de 3 años y medio, es escaladora y ya tiene su sintética que le encanta. Lástima que le quedará chica muy pronto. Saludos desde Arenales, Cordillera de Mendoza. Nacho Elorza