Una campera todo terreno

Juan Bizzotto / Worn Wear

Fue una semana de escalada ideal en Frey (Bariloche). Las mañanas sin lluvia invitaban a escalar, pero el viento y el frío nos recordaban en cada largo que estábamos en la Patagonia. Al segundo día, cuando volvimos a la carpa, me encontré con que me faltaba la campera de pluma en la mochila. Recuerdo que la usé, la comprimí en su bolsa y la guarde en la parte de arriba de la mochila. También recordé que volviendo me resbalé, me caí y se me desarmo todo. Maldición. Sin duda la campera se cayó en ese momento. Sin duda la campera está en la base de la aguja M2. Pensé en la tormenta que se aproximaba la iba a arrastrar, y la campera iba a pasar a formar parte de la montaña para siempre. Esa noche, antes de irme a dormir repase la ruta que habíamos recorrido durante el día. A la mañana siguiente salimos temprano, a escalar por supuesto, pero con los ojos atentos a una bolsa verde limón que pudiera aparecer en el en la montaña. En el camino la vi tres veces, y me equivoqué tres veces. Pero la cuarta vez fue cierta. Ahí estaba, empotrada entre medio de 2 piedras, empapada por la tormenta de la noche anterior, a la espera de que la fueran a buscar. Alcé la campera en el aire y pude ver la cara de incrédulos de mis compañeros que venían unos metros atrás. Nadie podía creer mi suerte. Dos días después, la campera me acompañó a La Principal de Frey. En el arnés, mientras escalaba y me abrigaba en la cumbre. En la bajada, cuando empecé a sentir calor, me tomé un minuto extra para guardar la campera con especial cuidado y asegurarme que me acompañe en muchas más escaladas.